“Capitalismo de la vigilancia” / Ruelas

La fiesta de la navidad tiene un escenario de regalos. En el pasado siglo los regalos hacían mapa de estrella, la lista era siempre grande, en consecuencia, se recibía más o menos los mismos regalos. En el siglo XXI, las cosas han cambiado, las economías, han recibido ajustes fuertes, incluida la pandemia COVID-19; las culturas, también, se han modificado, en el marco del mundo sustentable; las costumbres se han mudado y en su lucha por sobrevivir, en el tema de regalar se instaló el ejercicio creativo del “intercambio” … En fin, pues resulta que regalas, por decir algo, un llavero, una medalla religiosa, una bufanda, unos guantes…; a cambio recibes: unos guantes, una bufanda, una medalla, un llavero… ¡sumas iguales! Este año a la lista nominal de presentes, Ana Luisa mi nuera y Nacho, me regalaron un libro, ¡sí, leyó usted bien: un libro!: “La era del capitalismo de la vigilancia”, de la autoría de: Shoshana Zuboff. Dice el subtítulo, “La lucha por un futuro humano frente a las nuevas fronteras del poder”.

            Solo he iniciado la lectura del libro de casi 700 páginas, y sus notas respectivas de cada capítulo. Sin embargo, es apasionante desde el inicio, creo que es una lectura necesaria en los días que vivimos, seguiré este periplo de lectura. Traducción al español, 2021, Editorial Paidós. Es una cartografía, como lo dice la autora “de un territorio inexplorado”, un gran trabajo, una investigación meticulosa que estudia la realidad que padecemos en el escenario de la velocidad de la luz. Es precisamente a 300,000 kilómetros por segundo que “esa realidad” cambia a cada instante, en esos polígonos se producen las transformaciones que manufacturan los políticos en discursos ya, por cierto, muy agotados. Estos cambios son más rápidos que el propio virus SARS-CoV-2, éste, ya tiene más de dos años y en ellos el mundo ha cambiado vertiginosamente; las plataformas tecnológicas son nuestros nuevos “Jaguares, Heraldos…” traen el maná de las imágenes, la palabra, el audio y el vídeo, que amasados son la verdadera arcilla de la revolución del mundo y eso hace que las personas que las construyen, las controlan y las usan sean poderosas también. El punto de cruce es que las plataformas digitales se constituyen hoy en día en nuestros hogares, además en espacios virtuales de trabajo, aulas de pantallas, conversatorios académicos, en bares de conversación sintética… Poco a poco queda en evocación el contacto directo entre personas. 

            Las páginas se inician con un poema de W. H. Auden y C. Isherwood, el “Soneto XVIII” de los “Sonnets from China”. A decir de la autora le sirven de “un especial afecto”. En efecto le vale para hacer un ejercicio didáctico como de “Alicia en el país de las maravillas” transita por todos los polígonos, ciudades, avenidas, curvas de nivel, ubica coordenadas exactas de cada espacio que se explica en los espacios virtuales; explora, entre otros temas, la violencia y la dominación del poder en su espacie de “estar en el mundo” y su relación con la temporalidad explicada por Heidegger. El texto deja sin debate al marxismo sobre el proceso del trabajo, pues este formato es solo recuerdo. Esta parcela de estudio no solo confronta las evocaciones, sino que le incorpora la informatización del proceso de trabajo, la manera como produce nuevos flujos de información para el nuevo proceso de trabajo. 

Capitalismo de la vigilancia, un nuevo orden económico para generar datos de comportamiento. La autora nos lleva a la reflexión sobre “mercados de futuros conductuales”. De entrada, aclara el papel, es inferencia mía, de las candidaturas de partidos políticos o independientes, por el poder público. Las y los candidatos son auténticamente productos, pues sus imágenes se muestran en atmosferas políticas; empero, las agencias de Márquetin les roban el espíritu y los transforma en caricaturas abandonadas a su suerte. Sentencia la autora que los hace “… exiliados de su propia conducta”. Es momento de regresar a las preguntas formuladas por Manuel Kant: “¿Qué puedo saber?”; “¿Qué debo hacer?”, la contestación se relaciona con el plano de la ética y moral; “¿Qué me cabe esperar?”, una ruta religiosa dentro de los límites de la razón y de la Historia; “¿Qué es el hombre?”, que hoy se modifica por ¿Qué es la persona? Debemos actualizar esta ruta reflexiva, a mí juicio, de esa cartografía que Zuboff estudia.

 Realizar el matrimonio entre “automatizar” con “informar”. Las culturas digitales desarrolladas desde los años 80 de siglo pasado, las ideas “apocalípticas” sobre lo que se produciría en la era de las redes sociales de masas. El desarrollo del “poder panóptico”, revisado por Foucault. Una lectura necesaria para el tiempo que padecemos, confianza-desconfianza; certidumbre-incertidumbre; servirnos o servir a una maquina inteligente, cuestionada por Hannah Arendt. El centro del interés reflexivo es cómo encontrar el control.